Las Fortificaciones en el Antiguo Testamento - Parte 3

Antes que se necesitara una entrada recta para los carros de guerra, se usaban puertas en ángulo con dos hojas que dificultaban los asaltos del enemigo. Con el advenimiento de los carros en el año 1700 a.C. aprox., las torres y una puerta compleja con varios pilares o pilastras ofrecían mayor seguridad. Las torres y las habitaciones superiores permitían a los defensores disparar sobre el enemigo que avanzaba. Una de las habitaciones superiores quizás servía de habitación especial para la realeza, como lo sugieren ciertos relieves en la habitación de la puerta grande en Medinet Habu (cf. 2 S. 18.33). En la era patriarcal las puertas tenían dos juegos de tres pilares; así también las puertas salomónicas, aunque con las torres de entrada y los muros formaban en este caso tres cuartos para la guardia. Se usaron dos modelos de cuartos de guardia, tanto antes como después de los días de Salomón. En Dan y Tell en-Nasbeh un traslapo en los muros formaba un hueco cuadrado en cuyo extremo posterior se encontraba la puerta. En en-Nasbeh una gran torre a la derecha (muro exterior) podía ocuparse de atacantes procedentes de tres lados. Los bancos de piedra ante la puerta, y entre las puertas exteriores e interiores en Dan, donde también existe lo que probablemente fuera un estrado y baldaquín reales, indican el lugar donde se efectuaban los juicios (Rt. 4.1–2; 2 S. 19.8). La puerta de la ciudad se cerraba con sólidas hojas dobles de madera. Dichas puertas se apoyaban en postes hundidos en la tierra, donde giraban sobre piedras especialmente ahuecadas para este fin. El descubrimiento de estas piedras ha permitido determinar que sólo se colocaba un juego de puertas en cada entrada a la ciudad. Una vez cerrada la puerta contra el umbral, quedaba asegurada por una gran viga que era mantenida en posición mediante agujeros en ambos postes. Como el enemigo podía intentar prender fuego a las puertas con frecuencia se las recubría con planchas de metal.

d. Ciudadelas y fuertes pequeños

La entrada a la ciudad con su torre era en sí misma una virtual fortaleza o ciudadela. El término “torre” (migdal, y otras) puede también significar ciudadela interior, palacio, o templo ( Baal-berit en Siquem), que proporcionaba una fortaleza interior para una segunda defensa en el caso de que se produjera una brecha en el muro. Algunas veces se dividía la ciudad en secciones con fines de defensa en casos semejantes. “Torre” también puede significar una pequeña fortaleza, o lo que llamaríamos un blocao. La cadena de fuertes en el Neguev y la Transjordania constituyen ejemplos de esto.

e. El problema del suministro de agua

El segundo lugar en importancia, después de los muros y puertas de la ciudad, lo ocupaba la provisión de agua. Hasta que se inventó el revoque impermeable para sellar las cisternas, las ciudades debían tener cerca una vertiente o arroyo. Las cisternas permitían a las fortalezas resistir largos sitios, como lo ilustra el caso de Masada. Las ciudades edificadas sobre montículos, sin embargo, necesitaban tener acceso a las vertientes al pie de los mismos. En el ss. X, como en épocas posteriores, se cavaban pozos y túneles desde el interior de la ciudad, lo cual daba acceso al agua, mientras que se tapaban las entradas exteriores. Pozos de esta clase se usaban en Meguido, Hazor, Gezer, Gabaa, y Jerusalén (túnel de Siloé). Estos sistemas de provisión de agua demuestran un avanzado conocimiento técnico. Los defensores procuraban impedirle al invasor la obtención de agua tapando las cisternas, desaguando las lagunas, y procurando ocultar las vertientes. La provisión de alimentos también era vital para resistir los sitios, de manera que dentro de las ciudades había graneros y almacenes.

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