UN SANTUARIO FIGURA DEL VERDADERO



En 1994 un hermano me invitó a participar de un seminario del santuario.Para mí en aquel momento no había ningún interés por el antiguo testamento y menos el libro de Levítico y Número que eran bien aburridos para mí en aquel entonces. El santuario, pensaba yo, era para los Judíos y no tenía ningún valor espiritual para nosotros los cristianos. ¡Qué equivocado estaba! Quedé fascinado con el seminario y mi vida cambió . Me di cuenta que el ministerio de Cristo no terminó en la cruz y el servicio del santuario es el plan de salvación para el Israel literal como para el Israel espiritual.Estudiemos el significado espiritual del santuario para nosotros.

EL SANTUARIO CELESTIAL EN MINIATURA

Fue comunicada a Moisés, mientras se encontraba en el monte con Dios, esta orden: ´Y me harán un Santuario, y habitaré en medio de ellos´ (Exo. 25:8).
Y habitaré.

En un sentido espiritual, Dios siempre ha buscado morar con los hombres y no puede hallar "reposo" hasta que haya obtenido esa morada (Sal. 132: 13-16), primero en el corazón de cada persona de su pueblo (1 Cor. 3: 16, 17; 6: 19) y luego en medio de cualquier grupo que se reúna para adorarle (Mat. 18: 20). El sistema cuyo centro era el tabernáculo terrenal señalaba por adelantado a Cristo, quien más tarde "habitó", o según una traducción literal, "hizo su tabernáculo", entre los hombres (Juan 1: 14).

La palabra hebrea shakan, "habitar", significa residir permanentemente en una localidad. Este vocablo está muy relacionado con la palabra Shekinah, que es el nombre aplicado a la manifestación de la gloria divina asentada sobre el propiciatorio .
La Shekinah era el símbolo de la presencia divina, por medio de la cual Dios había prometido habitar "en medio de ellos" (Exo. 25: 22).

Hombres escogidos fueron especialmente dotados por Dios de habilidad y sabiduría para la construcción del sagrado edificio. El propio Dios dio a Moisés el plano de aquella estructura, con instrucciones específicas en cuanto a su tamaño y forma, materiales a ser empleados, y cada pieza que hacía parte del aparejamiento que la misma debería contener.
Conforme a todo lo que yo te muestre.
Esto indica que aunque la artesanía era humana, el plan era divino. Dios siempre ha contado con la cooperación de instrumentos humanos para la construcción de su casa. En esta obra, cada individuo pudo tener la satisfacción de participar.
En el monte, Moisés vio "una representación en miniatura" del santuario celestial ;
Hech. 7: 44" Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios, hablando á Moisés que lo hiciese según la forma que había visto."
Heb. 8: 5), del "verdadero tabernáculo" (Heb. 8: 2). Se dice que el santuario terrenal era "figura" de las cosas celestiales" (Heb. 9: 23, 24), porque fue hecho "conforme al modelo" que le fue mostrado a Moisés (Heb. 8: 5). Era una "copia" del gran "original" del cielo .

En visión, Juan entró en el santuario celestial (Apoc. 15: 5)
Donde vio el arca (Apoc. 11: 19)
El altar del incienso (Apoc. 8: 3-5)
Y posiblemente el candelero (Apoc. 1: 12; 11: 4).


Por lo tanto, tenemos "pruebas indiscutibles de la existencia de un santuario en los cielos" donde el Rey del universo tiene su trono y donde Cristo ministra como nuestro gran Sumo Sacerdote (Heb. 8: 1, 2).
Los lugares santos, hechos a mano, deberían ser "figura del verdadero", "figuras de las cosas que están en el Cielo" (Heb. 9:24 y 23), una representación en miniatura del templo celestial, donde Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, después de ofrecer Su vida en sacrificio, ministraría en pro del pecador.
Dios expuso delante de Moisés, en el monte, un aspecto del santuario celestial, y le mandó hacer todas las cosas de acuerdo con el modelo a él mostrado. Todas estas instrucciones fueron cuidadosamente registradas por Moisés, el cual las comunicó a los jefes del pueblo.

Para la edificación del santuario, grandes y dispendiosos preparativos eran necesarios; gran cantidad de los materiales más preciosos y caros era exigida; todavía el Señor apenas aceptaba ofertas voluntarias.
"De todo hombre cuyo corazón se mueva voluntariamente, de él tomaréis Mi oferta" (Exo. 25:2), fue la orden divina repetida por Moisés a la congregación. La devoción a Dios y el espíritu de sacrificio eran los primeros requisitos al prepararse una morada para el Altísimo.

Todo el pueblo correspondió unánimemente. "Y vino todo hombre, a quien se le movió su corazón, y todo aquel cuyo espíritu lo excitó, y trajeron la oferta alzada al Señor para la obra de la tienda de la congregación, y para todo su servicio, y para los vestidos santos. Y así vinieron hombres y mujeres, todos dispuestos de corazón: trajeron hebillas, y aros, y anillos, y brazaletes, vasos de oro; y todo hombre ofrecía oferta de oro al Señor" (Exo. 35:21-22).
"Y todo hombre que se encontró con azul, y púrpura, y carmesí, y lino fino, y pelos de cabra, y pieles de carnero teñidas de rojo, y pieles de tejones, los traía; todo aquel que ofrecía oferta alzada de plata o de metal, la traía por oferta alzada al Señor: y todo aquel que se encontraba con madera de acacia, la traía para toda la obra del servicio.

"Y todas las mujeres sabias de corazón hilaban con sus manos, y traían el hilado, el azul, el púrpura, el carmesí, y el lino fino. Y todas las mujeres, cuyo corazón las movió en sabiduría, hilaban los pelos de las cabras. Y los príncipes traían piedras sardónicas, y piedras de engastes para el efod y para el pectoral, y especies aromáticas, y aceite para el alumbrado, y para el aceite de la unción, y para el incienso aromático" (Exo. 35:23-28).
Mientras la construcción del santuario estaba en andamiento, el pueblo, viejos y jóvenes, hombres, mujeres y niños, continuaron trayendo sus ofrendas hasta que aquellos que tenían a su cargo el trabajo hallaron que tenían lo suficiente, y aún más de lo que se podía usar. Y Moisés hizo que se proclamase por todo el campamento:


"Ningún hombre o mujer haga más obra alguna para la ofrenda alzada del santuario. Así el pueblo fue prohibido de traer más" (Exo. 36:6). Las murmuraciones de los israelitas y las visitaciones de los juicios de Dios por causa de sus pecados, están registradas como advertencia a las generaciones posteriores. Y su devoción, celo y liberalidad, son un ejemplo digno de imitación.

Todos los que aman el culto a Dios, y aprecian las bendiciones de Su santa presencia, manifestarán al mismo espíritu de sacrificio al prepararse una casa donde El pueda encontrarse con ellos. Desearán traer al Señor una ofrenda de lo mejor que poseen. Una casa construida para Dios no debe ser dejada en deuda, pues de esta manera El es deshonrado. Una porción suficiente para realizar el trabajo debe ser dada libremente, a fin de que los operarios digan, como hicieron los constructores del tabernáculo: "No traigáis más ofrendas"´.
La larga y precisa repetición de los detalles de la construcción del tabernáculo en la parte final del libro Exodo debe haber tenido un propósito definido. Muestra la importancia del santuario y de todas sus partes en el plan divino de salvación. También hace resaltar la necesidad de obedecer en forma exacta y estricta los mandamientos divinos. Si a alguien se le hubiese podido conceder la prerrogativa de cambiar en algún detallecito las instrucciones divinas, esa persona debería haber sido Moisés; pero no se le concedió tal franquicia.

La exacta correspondencia entre detalle y detalle enseña la lección de que las órdenes de Dios deben observarse al pie de la letra. Los cinco capítulos finales del Exodo ponen énfasis en la extrema exactitud con la cual Moisés, y los que trabajaban bajo él, llevaron a cabo todas las instrucciones dadas por Dios.
Si se pedía "cincuenta corchetes" (cap. 26: 6), se hacían "cincuenta corchetes" (cap. 36: 13).
Si aquí se pedía "cinco columnas" (cap. 26: 37), y allá "cuatro columnas" (cap. 26: 32), se hacían las cinco y las cuatro y se las montaba según las instrucciones (cap. 36: 36, 38).

Si esta cortina debía ser hecha con el dibujo en la trama del tejido (cap. 26: 31) y aquella cortina debía ser adornada con bordados (cap. 26: 36), el bordador y el tejedor lo hacían así (cap. 36: 35, 37).
El mismo espíritu fue posteriormente reflejado por nuestro Señor en su ministerio (Juan 4: 34; 17: 4). Dios desaprueba cualquier alteración de sus mandamientos, cualquier tergiversación de ellos, cualquier cosa que se les reste o sume. No podemos mejorar el Evangelio ni la Palabra de Dios, ni hemos de intentar hacerlo (Deut. 4: 1, 2; 12: 32; Prov. 30: 5, 6).
La manera progresiva en que se levantó el tabernáculo, comenzando por la erección de la armazón, siguiendo por la cubierta interior, y luego las exteriores, y acabando con los detalles de tablas, barras y velos, representa la obra progresiva de la santificación en la experiencia del creyente. Luego de haber entregado por fe su corazón a Cristo su Salvador, el hombre crece en virtudes cristianas, hasta que su vida entera bien coordinada, "va creciendo para ser un templo santo en el Señor" (Efe. 2: 21, 22).

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